lunes, 16 de abril de 2012

Bertrand Gachot, el preso más famoso de la F1


Sucedió en Diciembre de 1990. Bertrand Gachot conducía un coche y se dirigía a hotel Carlinton Towers de Londres. Tenía una reunión con Eddie Jordan, su jefe de equipo. Durante el trayecto, un despiste les hizo equivocarse de camino a él y su mujer, acabando parados en una fila de coches. Cuando un taxi intentó saltarse la fila, Gachot no le cedió el paso y obstaculizó su trayecto. No obstante, el taxi acabó del vehículo pilotado por el piloto belga. El anónimo conductor no paraba de realizar frenadas bruscas para expresar su disconformidad con lo ocurrido. La insistencia del taxista fue tal que Gauchot no aguantó: en una de los frenazos, el corredor de Jordan impactó con el parachoques en el coche de delante a propósito.

El taxista salió hecho una furia hacia Bertrand. Cogió del cuello a su víctima y comenzó a amenazarlo de muerte. Gachot reaccionó de rápidamente, rociando los ojos del agresor con gas lacrimógeno. El cazador pasó a víctima en cuestión de segundos, implorando clemencia. El expiloto de Onyx decidió llamar a la policía ya que por la zona empezaron a aflorar taxistas con malas migas. El conflicto acabó en los tribunales.

En un principio, el asunto no parecía ocultar más problemas que los de podría acarrear una posible multa económica. Es más, nuestro protagonista consultó a tres abogados, y todos aseguraron que era imposible que acabase en la cárcel. No fue así. El juez, al tratar el caos de alguien conocido, quiso dar una lección de justicia y condenó a Gachot con veinticuatro meses de cárcel. Éste no entendía lo que estaba sucediendo. Había un avión esperando para llevarlo a unos test en el circuito de Imola pero ahora lo que le recibiría a la salida sería un furgón policial. A partir de entonces, comenzó una etapa en la vida de este hombre nacido en Luxemburgo que nunca olvidó.

Durante el tiempo que pasó encerrado, conoció a gente de todo tipo, incluso un preso le ofreció el puesto de piloto especializado en fugas tras acometer un robo. Sabía que su asiento en el equipo de Eddie peligraba con esas circunstancias dándose, pero la situación no era como para acabar siendo un vándalo buscado por la ley.

Entre rejas, le llegaban noticias del exterior. Un guardia se ponía siempre de su puerta para burlarse de él. No paraba de emular el ruido de un motor: “Brum, brum, brum”. Este e comunicaba que habían encontrado a su sustituto, que era brillante, genial. También le informaba de los resultados de cada carrera para rematar la agradable estancia.

¿Quién sería ese piloto que ahora ocupaba el lugar de Bertrand Gachot? Un día, recibió el mensaje del piloto Andrea de Cesaris en el cual le afirmaba a su amigo de forma cómica que iba a ir a por ese tío que parecía ser de origen germano. Ese alemán, usurpador del asiento que en un principio le estaba reservado a él, pronto comenzó a destacar y a deslumbrar con sus cualidades. Ese alemán que había sustituido a Gachot… era Michael Schumacher.

Fuentes: F1 Racing

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